viernes, 17 de febrero de 2012

ÉPOCA PREHISPÁNICA: 4) EL PAPEL AMATE


Las investigaciones realizadas sobre la manufactura del papel amate corresponde al Clásico. La existencia de machacadores de piedra que datan del 500 al 600 d. C y que han sido encontrados en varios sitios arqueológicos del país lo confirman. Esas piedras eran, y son la principal herramienta con la que el artesano manufacturaban las hojas de papel. El amate fue utilizado para la elaboración de números documentos o códices. La destrucción generalizada de documentos al principio de la Colonia, el descuido y el abandono de otros, aunados a la inevitable acción del tiempo, han sido los principales causantes de las perdidas irreparables de estas reliquias.

Los primeros datos que se tienen acerca del papel se advierten en los escritos de algunos cronistas del siglo XVI, tales como Mártir de Anglería, fray Diego de Landa, Bernal Díaz del Castillo y fray Bernardino de Sahagún, autores que hablan de papeles manufacturados con diversas fibras vegetales como el maguey, la palma y el amate. Se sabe que las fibras vegetales utilizadas en la elaboración del amate provienen de las cortezas internas de diferentes géneros y especies de árboles del genero Ficus y Morus, los cuales pertenecen a la familia de moráceas.

Francisco Hernández, protomédico del rey Felipe II, fue el único que dejó alguna información acerca de la fabricación del papel amate. Según él, los hacedores del papel cortaban únicamente las ramas gruesas de los árboles, dejando los renuevos. En seguida se dejaban reblandecer las ramas en los ríos o arroyos cercanos durante una noche. Al día siguiente, se arrancaba la corteza de la rama y se separaban la corteza externa de la interna para guardar únicamente está última. Una vez limpia la corteza, se extendían los segmentos de fibras sobre una superficie plana y se golpeaban las fibras con un machacador de piedra estriado hasta obtener una hoja. Posteriormente, se golpeaban de nuevo con otra piedra sin estrías para dejar liso el papel.

En la actualidad, los fabricantes de papel de San Pablito compran sus fibras al jonotero, que por lo general es una persona ajena a los habitantes del pueblo. El jonotero se traslada por diferentes puntos de la sierra para recolectar las cortezas. En el lugar arranca la corteza del árbol y separa después la interna de la externa, para que posteriormente formar bultos; después lleva a vender su mercancía a los artesanos. En lugar de reblandecer la fibra del río, los artesanos ponen a cocer el monote en grandes cazos. Las labores empiezan con la preparación del agua de cocción, a la que agregan cierta cantidad de ceniza y cal, lo cual ayuda a reblandecer la fibra y eliminar ciertas sustancias. El tiempo de cocción puede ir de tres a seis horas, dependiendo del tipo de fibra; durante esta cocción se mueven constantemente las fibras para controlar su cocimiento. Una vez cocidas, se enjuagan y se dejan reposar en recipientes con agua.

Con esto se comienza a la elaboración de la hoja de papel. El artesano deposita haces de fibras sobre una tabla de madera, formando lineas paralelas y cuidando que las fibras se distribuyan por igual en todas partes. Se disponen después otras en sentido perpendicular a las primeras para formar una especie de cuadrícula. Con el machacador de piedra, dan pequeños golpes regulares sobre las fibras hasta entrelazarlas y así formar la hoja de papel. la calidad de la hoja depende del tiempo de cocción de la fibra, pero también de la destreza y cuidado del artesano. Al final, dobla los bordes de la hoja hacia el interior con el fin de reforzar las orillas de papel. Para terminar el trabajo, deja secar la hoja al sol. Cabe mencionar que en las diversas actividades de elaboración de papel amate participan todos los miembros de la familia.

El papel amate se fabrica casi exclusivamente con fines comerciales, en contraste con su elaboración de la época prehispánica y hasta los años sesenta. Los artesanos distribuyen una gran cantidad de papel, lo cual ha permitido una diversidad de manifestaciones artísticas tanto en el arte contemporáneo como en nuestras expresiones populares, particularmente en Guerrero, donde algunas comunidades naguas, como la de Xalitla, adoptaron el amate desde hace décadas como soporte para sus pinturas.

ÉPOCA PREHISPÁNICA: 3) CÓDICES COLONIALES


La transformación fundamental de la sociedad prehispánica se inicia con la destrucción de las instituciones políticas superiores y la supuesta devastación de su ideología, lo que dio por resultado que los antiguos señoríos se convirtieran en comunidades campesinas y que las diferencias entre los estratos sociales indígenas tendieran a disminuir al incorporarse a un sistema social más amplio. Desaparecieron las expresiones del arte oficial de los grupos prehispánicos en el poder y la práctica de os conocimientos científicos a su servicio.

Aquellas condiciones, que fueron impuestas por el régimen colonial, determinaron procesos de cambio en la sociedad indígena que se reflejaron en múltiples rasgos de la cultura. La tradición de elaborar "libros pintados" que fue iniciada siglos antes en el Mexico prehispánico no se perdió con el triunfo de las huestes españolas, e incluso los lugares de procedencia de los códices coloniales coinciden, en su mayoría, con las áreas mesoamericanas.

En la elaboración de los códices coloniales se modificaron formatos, materiales, técnicas y sistemas de escritura, pero principalmente los objetivos y las temáticas que los animaron. Sobre su manufactura se continuó utilizando la mayor parte de los antiguos materiales. Fue disminuyendo el uso de pieles de venado y se siguieron pintando los códices sobre amate, y en menor escala, también de friba de agave o maguey, también en lienzos de algodón tejidos en telar de cintura. El papel europeo de lino, cáñamo o algodón fue la gran innovación y llegó a ser el mas utilizado.

Algunos códices coloniales son copias de documentos más antiguos o bien segundas versiones de un mismo tema, como es el caso del Códice Borbónico y del Tonalmatl de Aubin, ambos calendárico-religiosos. La Matricula de Tributos y el Códice Mendocino, con registros paralelos de los tributos pagados a México Tenochtitlán. En actitud contraria a la destrucción organizada y cotidiana de "las pinturas del demonio", los conquistadores advirtieron pronto la importancia de las pictografía como medio de comunicación entre vendedores y vencidos.

Existió interés de las autoridades novohispanas civiles y religiosas por conocer los aspectos de las culturas del México antiguo, como su historia y organización política, los sistemas de tributos, los recursos naturales y la producción, la religión y la cuenta del tiempo, con el objeto de fundamenta sus sistemas de dominio y evangelización. Esa política favoreció a la elaboración de algunos códices y de grupos tan importantes como los mapas de las relaciones geográficas, realizadas a partir de 1577 por órdenes de Felipe II y los códices testerianos, nombre dado a las doctrinas cristianas. Los tipos de códices se clasificaron de las siguientes formas:

Códices Calendárico-Rituales

Los calendárico-rituales son los calendarios prehispánicos adivinatorios de 260 días, y el libro o códice donde se registraban era el tonalamatl. A este grupo corresponden también las "ruedas calendáricas", llamadas así por su forma circular, como las siete Ruedas calendáricas de Veytia, que incluyen calendarios rituales y civiles y ciclos de 52 años.

Mapas y Planos

Estos fueron pintados con base en la concepción indígena del espacio, vertida en convenciones gráficas respecto a la orientación, las distancias, las proporciones de los elementos geográficos, las construcciones, los caminos, etc. El Mapa de Tepecuacuilco y los Mapas I y II del Códice Kingsborough son representativos de este grupo. En ellos se registraba información vinculada con los aspectos geográficos que se consideró indispensable crear un rubro paralelo para los documentos histórico-cartográficos. Se cuenta con el Códice Xolotl, el Mapa Sigüenza, los cuatro Mapas de Cuauhtinchan, el Mapa de la cuidad y valle de México o Mapa de Upsala, el Lienzo de Coixtlahuaca y de la región poblana, el Lienzo de Cuauhquechollan y el Códice de Cholula.

Códices Históricos

Los códices abarcan una larga lista de documentos de formatos y materiales muy diferentes y con una proyección temporal diversa. En algunos se registró la historia local de un señorío o de un conjunto de grupos étnicos, como en el Códice Azoyú y en la Historia tolteca-chichimeca, a diferencia de otros que abarcan historias regionales y simultáneas, como las que fueron registradas en la Tira de Tepexpan y en el Códice en cruz. Y también los registros de varios acontecimientos históricos, como el Lienzo de Tlaxcala o la Tira de la Peregrinación.

Códices Económicos

En este se incluían las "cuentas de la gente"o censos. Pintados como parte secundaria o principal de documentos de diferentes temáticas, entre los que se cuenta la Matricula de Huexotzingo y el Códice Vergara, así como los códices de tributos donde fueron registradas las relaciones de pagos a ecomenderos, como el Memorial de Tepetlaoztoc o Códice Kingsborough; de tributos entregados al ministro de la iglesia, como el Códice de Teloloapan, procedente del actual estado de Guerrero; el Códice de Otlazpan, de tributos locales a funcionarios indígenas y la caja de comunidad; y el Códice Sierra donde se escribieron los registros financieros y libros de cuentas.

Códices Jurídicos

Los códices jurídicos o de litigios son los testimonios de la parte indígena presentados durante procesos de lo civil, lo administrativo o lo criminal generados entre indígenas y españoles o, bien, entre miembros de las comunidades indígenas y agudizados por la administración autoritaria y la procuración de justicia unilateral propias del gobierno colonial. En el Códice Kingsborough fue registrada a nombre del cacique una solicitud de moderación de tributos dirigida al rey de España y en el Códice Osuna, se encuentran descritas las denuncias de varios pueblos en contra del virrey los oidores por el cobro ilegal de tributos, castigos corporales y la falta de pagos por el trabajo realizado en obras públicas.

jueves, 16 de febrero de 2012

ÉPOCA PREHISPÁNICA : 2) LOS CÓDICES MAYAS


Ya hemos visto una pequeña introducción a los momentos más importantes en la historia de los códices y sus estudios sobre ellos; esta vez veremos los más importantes y conocidos códices de la historia, los mayas. Aunque no se sabe desde cuando hay códices en el área maya, los vestigios arqueológicos indican que en el periodo Clásico Temprano (300-600 d.C.) ya se empezaban pues algunos han sido hallados en tumbas en Guatemala, Belice y Honduras. De ninguno de ellos se conoce el contenido, pues la mayoría no ha resistido el paso del tiempo; son sólo pequeños fragmentos apilados de escamas de cal con pintura, como los hallados en tumbas de Uaxatún, San Agustín Acasaguastlán y, recientemente en Copán.

Se conocen varias representaciones de códics semajantes a los hallados por los arqueólogos, en bellas imágenes de cerámica pintada del Clásico Tardío (600-900 d.C.) En ellas se muestran cerrados, vistos lateralmente, señalados los dobleces y con cubiertas de piel de jaguar.

Por su parte, los cronistas españoles describen los códices mayas cuidadosamente, pues los conocieron, supieron cómo se leían y aun los quemaron. Entre los autores que brindan la información mas detallada se encuentran Pedro Mártir de Anglería, los franciscanos Diego de Landa, Antonio de Cuidad Real y el padre Pedro Sánchez de Aguilar. Sus textos se refieren a la península de Yucatán y fueron escritos en diversos momentos del siglo XVI. A través de ellos, se sabe que muchos códices trataban los asuntos religiosos; por ello los sacerdotes católicos debieron destruirlos.

A pesar de los esfuerzos por hacerlos desaparecer, la tradición continuó: por una parte, sabemos que hacia 1969, en Tayasal, isla que está en el lago de Peten Itzá en la actual Guatemala, los itzaes los seguían empleando y gracias a ellos conocian el sistema calendarico de los atunes y conservaban la concepción cíclica de la historia. Hay que destacar que muchos códices fueron transcritos con caracteres latinos sobre papel europeo: son los textos que ahora conocemos como literatura maya. Los más conocidos son los libros del Chilam Balam en los que se consignaron asuntos diversos.

Los Códices Madrid, Dresden y París

Durante el siglo XIX se supo de la existencia de tres códices mayas en Europa. De hecho, se trata de tres fragmentos que carecen de cubiertas y están aceptablemente bien conservados. Reciben el nombre de la cuidad que los alberga: Dresden, Madrid y París. Para la mayoría de los autores, son los únicos códices que se conservan del mundo maya prehispánico.

El primer manuscrito jeroglífico maya del que se tiene noticia fue el Códice de Dresden. Se sabe que el director de la Biblioteca Real de Dresden lo compró a un particular de Viena en 1739 y que en 1749 ya formaban parte del inventario de dicho acervo. El Códice de París fue el segundo en aparecer en Europa. Aunque se sabe que formaba parte del acervo de la Biblioteca Imperial de París alrededor de 1832, pues estaba clasificado con el número 2 del Fonds mexicain. Pasó inadvertido hasta 1859 cuando fue identificado como un manuscrito jeroglífico maya por Léon de Rosny. En cuanto al tercer códice apareció en España dividido en dos secciones. La primera en conocerse estaba en poder del profesor de paleografía don Juan de Tro y Ortolano, quien tal vez lo había adquirido por su interés en los manuscritos antiguos. El documento jeroglífico doblado en forma de biombo constaba de 35 hojas pintadas por ambos lados. En honor de su dueño, se le denominó Códice Troano y se obtuvo el permiso para ser publicado. La segunda sección estaba en manos de un particular llamado Juan Placios, quien en 1867 ofreció tanto a la Biblioteca Imperial de parís como al Museo Británico de londres lo que se creyó era un cuarto códice maya. Este códice según la tradición había pertenecido a Hernan Cortes por tanto fue llamado Códice Cortesiano. Ambas secciones fueron reunidas en 1888 cuando el Museo Arqueológico compro la sección troana al hijo del profesor Tro y Ortolano, desde entonces ambas partes permanecen juntas.

Aunque los tres códices tienen características semejantes y comparten una serie de elementos tanto formales como de contenido, es posible distinguirlos por los diferentes asuntos que tratan, por el timo de trazos que los caracterizan y por el estado de conservación en que se encuentran. Si bien los tres son de carácter adivinatorio y la mayor parte de sus páginas están estructuradas a base de almanaques, es decir, de registros calendarios que señalan tanto ceremonias como augurios relacionados con temas como el año nuevo, la agricultura, la cacería, la época de lluvias, el tejido, la deidad de la Luna, etcétera. En el Dresden y en el Paris hay ademas profecías para ciclos de casi 20 años llamados atunes y asuntos astronómicos.


ÈPOCA PREHISPÁNICA. 1) GRANDES MOMENTOS DE LA HISTORIA DE LOS CÓDICES


La existencia de libros en Mesoamérica fue percibida y descrita con admiración, por primera vez, en un volumen impreso en 1516, tres años después de que Cortés desembarcara en Veracruz. Se debe a Mártir de Anglería, humanista italiano que estuvo al servicio de los Reyes Católicos, haber incluido en su De orbe novo ( Alcalá 1516) la noticia de un indígena que afirmaba que su pueblo tenia también libros, como los españoles.

Otros aportaron testimonios sobre la existencia de libros en Mesoamérica. Entre ellos se encuentra Hernán Cortés, que envió algunos a Carlos V. Gonzalo Fernández de Oviedo vio varios elaborados por los pipil-nicaraos y Pedro Mártir de Anglería contempló los que Cortés hizo llegar a Carlos V en 1519. Entre los frailes que aparecen como los primerísimos estudiosos de los códices en la región central de México, sobresalen Andrés de Olmos. Toribio de Benavente, Diego Durán, Bernandino de Sahagún y Juan de Torquemada, en el Antiplano Central. En el ámbito de Oaxaca, describen los "libros de indios "Francisco de Burgoa. Gregorio García y varios de los que redactaron las relaciones geográficas en diversos lugares de la región. En Yucatán, se refieren a ellos Diego de Landa, que tantos mandó a quemar. Pedro Sánchez de Aguilar y, más tarde, Diego López de Cogolludo, al igual que Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán, en Guatemala.

El interés de los frailes por acercarse a los códices tuvo originalmente motivaciones religiosas. Querían con ellos conocer las creencias y prácticas rituales de los indígenas para erradicarlas y se percataron de que los libros de pinturas y caracteres constituían una fuente de gran importancia para ello.

Entre los indígenas, que consumado el encuentro, acudieron a antiguos códices para escribir crónicas e historias, valiéndose ya del alfabeto latino que habían aprendido, están los colaboradores de Sahagún. Se dice que Alfonso Axayácatl Ixhuezcatocatzin de Iztapalapa, hijo de Cuitlahuac que heredó sus papales y códices a su hija doña Bartola. Se apoyaron a si mismo en viejos códices para escribir historia los medicas Fernando Alvarado Tezozómoc y Cristobal del Castillo, los tezcocanos Fernando de Alva Ixtlilxochitl y Gabriel de Ayala, al igual que el chalquense Chimalpán.

Cuatro Grandes Maestros Que Señalaron El Camino

Comenzando por Alfonso Caso, sus investigaciones sobre los códices mistemos datan de los años cuarenta y se prosiguieron hasta poco antes de su muerte, en 1970. Descubrimiento de suma importancia fue para él conocer la Relación de Teozacualco, un documento que, como otros parecidos, se elaboró hacia 1579 a solicitud de Felipe II, que quería conocer sus dominios. En esa relación geográfica y sobre todo en el mapa que la acompaña, encontró Caso una especie de Piedra Rosetta para el desciframiento de los códices mixtecos. Con tal apoyo estudió el reverso del Vindobonese (1951), el Gómez de Orozco (1954), así como el Bodley (1960), el Selden (1964) y el Colombiano (1956), que editó en reproducciones facsimilares. En sus comentarios, el universo de los mistemos, del que hablan esos códices con el rico colorido de sus pinturas y grifos, se trasvasò a escritura alfabética.

Otro investigador, que asimismo señaló nuevos rumbos, esta vez acerca de los códices que integran el Grupo Borgia ( llamado así por uno que perteneció al cardenal Stephano Borgia) y de varios mistemos que guardan relación con ellos, fue el alemán Karl Anton Nowotny. El meollo de su contribución está no sólo en lo que aportó sobre los posibles orígenes y distintos estilos de estos códices, sino sobre todo en el método que estableció para su estudio. Si bien Caso encontró su Piedra Rosetta en el mapa de la relación geográfica de Teozacualco, Nowotny afirma que en un apéndice al Arte del idioma zapoteco de fray Juan de Córdova, publicado en 1578, le proporcionó "la dirección adoptada en una parte considerable de sus comentarios. Se percató así de la existencia de muy variadas formas de organizaron de tonalpohualli así como de sus relaciones con los regentes de las trecenas y otras divisiones dentro del mismo ciclo de 260 días. Atendió asimismo Nowotny a las orientaciones de los ciclos temporales en el espacio, sus connotaciones rituales y otros aspectos, como los pronósticos y evocaciones de aconteceres cósmicos, humanos y divinos.

El tercero de los maestros que dejó honda huella con sus trabajos sobre epigrafía y códices, en este caso del ámbito maya, fue J. Eric S. Thompson. Además de sus actividades como arqueólogo, Thompson se interesó en el desciframiento de la escritura maya, insistiendo en que era de carácter básicamente ideográfico. Sostuvo asimismo que la mayoría de las inscripciones son registros calendáricos connotaban fenómenos astronómicos y conceptos relacionados con el devenir de los dioses y el mundo a través de los ciclos del tiempo.

Sus obras acerca de la glífica maya - no obstante las recientes aportaciones que han mostrado el carácter fonético, logo-silábico de la misma- continúan siend epigráficas o de obligada consulta. Estos son su Maya Hieroglyphic Writting (1959 y 1969) y, sobre todo, a su A Catalogue of Maya Hieroglyphies (1962).

Yuri Valentinovich Knorozoc, nacido en Karkov, Ucrania en 1922, se formó en la Universidad de Moscú. Allí se dedicó a la egiptología y estudió diversos sistemas de escritura. En 1947 se inició en la investigación sobre los signos glificos mayas. Su piedra Rosetta tuvo en lo que fray Diego de Landa había presentado en su Relación de las cosas Añadir imagende Yucatán como "un alfabeto maya". Knorozov concluyó que se trataba de un "silabario" que enunciaba solo algunas de las combinaciones de consonantes con vocales. Identificó luego otros grifos del género de los "logrogramas", es decir, de palabras completas. Así como diversas estructuraciones, nombradas "carruchas" que, como en el caso de la escritura egipcia, reproducían la estructura morfológica de los vocablos en maya yucateco o en ch`ol, una o varias raíces y diversos afijos que entraban en su composición.

Puede afirmarse que, a partir de los trabajos pioneros de Knorozov, el desciframiento de la escritura maya marcha por buen camino. Si bien es cierto que, gracias a Alfoso Caso, se dieron pasos decisivos en la interpretación de los códices mistemos y, con Karl Anton Nowotny, se abrieron nuevos horizontes para el estudio de los manuscritos del Grupo Borgia, es también cierto que debemos a Knorozov el haber iniciado. sobre base firme, la lectura de las inscripciones mayas.