jueves, 16 de febrero de 2012

ÈPOCA PREHISPÁNICA. 1) GRANDES MOMENTOS DE LA HISTORIA DE LOS CÓDICES


La existencia de libros en Mesoamérica fue percibida y descrita con admiración, por primera vez, en un volumen impreso en 1516, tres años después de que Cortés desembarcara en Veracruz. Se debe a Mártir de Anglería, humanista italiano que estuvo al servicio de los Reyes Católicos, haber incluido en su De orbe novo ( Alcalá 1516) la noticia de un indígena que afirmaba que su pueblo tenia también libros, como los españoles.

Otros aportaron testimonios sobre la existencia de libros en Mesoamérica. Entre ellos se encuentra Hernán Cortés, que envió algunos a Carlos V. Gonzalo Fernández de Oviedo vio varios elaborados por los pipil-nicaraos y Pedro Mártir de Anglería contempló los que Cortés hizo llegar a Carlos V en 1519. Entre los frailes que aparecen como los primerísimos estudiosos de los códices en la región central de México, sobresalen Andrés de Olmos. Toribio de Benavente, Diego Durán, Bernandino de Sahagún y Juan de Torquemada, en el Antiplano Central. En el ámbito de Oaxaca, describen los "libros de indios "Francisco de Burgoa. Gregorio García y varios de los que redactaron las relaciones geográficas en diversos lugares de la región. En Yucatán, se refieren a ellos Diego de Landa, que tantos mandó a quemar. Pedro Sánchez de Aguilar y, más tarde, Diego López de Cogolludo, al igual que Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán, en Guatemala.

El interés de los frailes por acercarse a los códices tuvo originalmente motivaciones religiosas. Querían con ellos conocer las creencias y prácticas rituales de los indígenas para erradicarlas y se percataron de que los libros de pinturas y caracteres constituían una fuente de gran importancia para ello.

Entre los indígenas, que consumado el encuentro, acudieron a antiguos códices para escribir crónicas e historias, valiéndose ya del alfabeto latino que habían aprendido, están los colaboradores de Sahagún. Se dice que Alfonso Axayácatl Ixhuezcatocatzin de Iztapalapa, hijo de Cuitlahuac que heredó sus papales y códices a su hija doña Bartola. Se apoyaron a si mismo en viejos códices para escribir historia los medicas Fernando Alvarado Tezozómoc y Cristobal del Castillo, los tezcocanos Fernando de Alva Ixtlilxochitl y Gabriel de Ayala, al igual que el chalquense Chimalpán.

Cuatro Grandes Maestros Que Señalaron El Camino

Comenzando por Alfonso Caso, sus investigaciones sobre los códices mistemos datan de los años cuarenta y se prosiguieron hasta poco antes de su muerte, en 1970. Descubrimiento de suma importancia fue para él conocer la Relación de Teozacualco, un documento que, como otros parecidos, se elaboró hacia 1579 a solicitud de Felipe II, que quería conocer sus dominios. En esa relación geográfica y sobre todo en el mapa que la acompaña, encontró Caso una especie de Piedra Rosetta para el desciframiento de los códices mixtecos. Con tal apoyo estudió el reverso del Vindobonese (1951), el Gómez de Orozco (1954), así como el Bodley (1960), el Selden (1964) y el Colombiano (1956), que editó en reproducciones facsimilares. En sus comentarios, el universo de los mistemos, del que hablan esos códices con el rico colorido de sus pinturas y grifos, se trasvasò a escritura alfabética.

Otro investigador, que asimismo señaló nuevos rumbos, esta vez acerca de los códices que integran el Grupo Borgia ( llamado así por uno que perteneció al cardenal Stephano Borgia) y de varios mistemos que guardan relación con ellos, fue el alemán Karl Anton Nowotny. El meollo de su contribución está no sólo en lo que aportó sobre los posibles orígenes y distintos estilos de estos códices, sino sobre todo en el método que estableció para su estudio. Si bien Caso encontró su Piedra Rosetta en el mapa de la relación geográfica de Teozacualco, Nowotny afirma que en un apéndice al Arte del idioma zapoteco de fray Juan de Córdova, publicado en 1578, le proporcionó "la dirección adoptada en una parte considerable de sus comentarios. Se percató así de la existencia de muy variadas formas de organizaron de tonalpohualli así como de sus relaciones con los regentes de las trecenas y otras divisiones dentro del mismo ciclo de 260 días. Atendió asimismo Nowotny a las orientaciones de los ciclos temporales en el espacio, sus connotaciones rituales y otros aspectos, como los pronósticos y evocaciones de aconteceres cósmicos, humanos y divinos.

El tercero de los maestros que dejó honda huella con sus trabajos sobre epigrafía y códices, en este caso del ámbito maya, fue J. Eric S. Thompson. Además de sus actividades como arqueólogo, Thompson se interesó en el desciframiento de la escritura maya, insistiendo en que era de carácter básicamente ideográfico. Sostuvo asimismo que la mayoría de las inscripciones son registros calendáricos connotaban fenómenos astronómicos y conceptos relacionados con el devenir de los dioses y el mundo a través de los ciclos del tiempo.

Sus obras acerca de la glífica maya - no obstante las recientes aportaciones que han mostrado el carácter fonético, logo-silábico de la misma- continúan siend epigráficas o de obligada consulta. Estos son su Maya Hieroglyphic Writting (1959 y 1969) y, sobre todo, a su A Catalogue of Maya Hieroglyphies (1962).

Yuri Valentinovich Knorozoc, nacido en Karkov, Ucrania en 1922, se formó en la Universidad de Moscú. Allí se dedicó a la egiptología y estudió diversos sistemas de escritura. En 1947 se inició en la investigación sobre los signos glificos mayas. Su piedra Rosetta tuvo en lo que fray Diego de Landa había presentado en su Relación de las cosas Añadir imagende Yucatán como "un alfabeto maya". Knorozov concluyó que se trataba de un "silabario" que enunciaba solo algunas de las combinaciones de consonantes con vocales. Identificó luego otros grifos del género de los "logrogramas", es decir, de palabras completas. Así como diversas estructuraciones, nombradas "carruchas" que, como en el caso de la escritura egipcia, reproducían la estructura morfológica de los vocablos en maya yucateco o en ch`ol, una o varias raíces y diversos afijos que entraban en su composición.

Puede afirmarse que, a partir de los trabajos pioneros de Knorozov, el desciframiento de la escritura maya marcha por buen camino. Si bien es cierto que, gracias a Alfoso Caso, se dieron pasos decisivos en la interpretación de los códices mistemos y, con Karl Anton Nowotny, se abrieron nuevos horizontes para el estudio de los manuscritos del Grupo Borgia, es también cierto que debemos a Knorozov el haber iniciado. sobre base firme, la lectura de las inscripciones mayas.

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